amor por correspondencia

Amor por correspondencia

Compartir

—Feliz aniversario, amor.
—Gracias, igualmente. No serán muchos años, pero sí intensos, ¿no?
—Años… creo que fue un logro haber llegado hasta acá. Mirá que varias veces vos o yo pudimos tirar la toalla, ¿no?
—Je, ¿quién habrá hecho más intentos?
—¿Por tirarla o por frenarla antes de que llegue al piso?
—Para el caso es lo mismo, si al final estamos juntos.
—Mmm. Disculpame, pero no, no es lo mismo.
—¿Vamos a pelear ahora?
—No, solo te marco que no es lo mismo intentar salvar una relación, que querer terminarla. Marca voluntad y tolerancia contra todo lo contrario.
—Pero HOY estamos juntos, ¿eso no vale?
—Sí, pero es como sacar una foto. Si la sacas en un bote en plena tormenta, por más que salga bien, no sabemos si volcamos al segundo siguiente. En cambio, si estamos sentaditos en el parque, seguramente tengamos un lindo rato por delante. Como hayamos llegado hasta hoy, nos dice donde estamos, y hacia dónde vamos.
—No dejan de ser probabilidades. Especulaciones de lo que viene. Si viene un tsunami nos tapa a todos por igual y la foto sería la misma.
—Claro, salvo que a algunos los encontrará juntos y con ganas de seguir así…
—¿Y cuáles son tus ganas hoy, en esta foto? Porque me estás buscando pelea, ¿te das cuenta?
—Ganas de saber si soy correspondida de la misma manera en la que doy.
—¿Te despertaste con ganas de competir?
—No, más bien de saber si tenemos la misma escala, con eso me alcanzaría.
—Pero si yo doy en pulgadas y vos en metros, no nos vamos a poner de acuerdo nunca.
—Para eso están las equivalencias. Si hasta el sistema métrico tiene una forma de “ponerse de acuerdo para medir lo mismo” sería raro que nosotros no.
—Ok, entendí la metáfora, pero perdí el hilo, ¿qué querés saber en concreto?
—Si soy correspondida.
—¿Según el sistema métrico?
—Según tu percepción.
—Está bien. Sé que fui injusto muchas veces y acaparé más de lo que debía las distintas cosas que debimos haber compartido.
—Aha.
—Pero eso habla de mi egoísmo, más de lo que pueda quererte.
—Bueno, no deja de ser malo que lo hayas hecho, pero bueno que lo reconozcas. Igual creo que el amar profundamente te hace menos egoísta. Yo renuncié a muchas cosas por verte feliz.
—Yo no a tantas. Y creo que vos sos un poco culpable por dejarme avanzar.
—Puede ser. Siempre quise probar eso en vos, el que te dieras cuenta solo lo poco que me dejás de muchas cosas.
—Nos estamos alejando mucho en cualquier escala me parece…
—Sí, aunque coincido en que pude tener mucho de esa culpa. No soy muy buena comerciante cuando me enamoro. Y creo que de vos siempre lo estuve, aunque sea consciente de estas cosas. Y por eso ahora tengo miedo de no ser correspondida.
—Te voy a decir algo que tal vez aclare un poco las cosas.
—Dale, lo necesito.
—¿Recordás hace seis meses cuando te operaron? ¿Recordás que me diste un montón de instrucciones para que siguiera con todas las cosas que tenés a cargo, incluso las de tu familia por si algo iba mal?
—¡Como para olvidarme de eso! No tengo que decirte que te vi muy fuerte, y eso me hizo bien, aunque tal vez me hubiese sentido un poco mejor o más segura si te notaba algo preocupado.
—Bueno, te confieso algo. Cuando me pediste eso me encerré a llorar en el baño. Luego me bañé y traté de que no se me notara, ¿te acordás que te comenté que el shampoo me irritó los ojos?
—S… si, me extrañó un poco, nunca tuviste problemas en los ojos. ¿De verdad me lo decís?
—No podía aflojar, sé lo importante que es el tema anímico en estas situaciones. Y si yo te hacía ver que tu operación era un trámite, para vos tenía que ser igual, algo para superar sin inconvenientes. Por suerte todo salió bien.
—Amor, te comiste eso solo… nunca…
—Pero, esperá, porque aquí viene lo que te interesa, lo que contesta tu pregunta.
—Decime.
—En ese momento supe, con una certeza del cien por cien… que si te pasaba algo, que si no sobrevivías a esa operación… yo… simplemente me moría con vos. No hablo de matarme, no hablo de hacer nada, ni siquiera de tener o no ganas de vivir. Solo supe que si te ibas, mi único camino iba a ser seguirte, como algo natural.
—Amor… ¿Qué estás diciendo?
—Lo que sentí, lo que siento.
—¿Sabés qué?
—No, pero lo presiento. ¿Viene otro reto?
—No. Pero me acabás de responder. Si te pasara algo a vos, sentiría lo mismo, y tampoco me considero una suicida. Me parece que encontramos la medida exacta y la explicación a por qué estamos juntos.
—Pero cualquiera diría que estamos enfermos o locos… no podemos depender tanto uno del otro, porque si pasa… nos vamos a derrumbar, el que quede solo se va a quedar sin vida…
—Porque todos se ponen escudos todo el tiempo, para que eso no les pase, pero se están perdiendo de esto. Se están perdiendo exactamente de saber de cómo y cuanto son correspondidos. Por miedo, por miedo a morir de amor al haber perdido a su otra mitad.
—¿Vos decis que entonces los equivocados son ellos? ¿Estamos sintiendo lo correcto?
—No sé si es lo correcto, pero estamos sintiendo. Y sintiendo lo mismo. No necesitamos más. Feliz aniversario, otra vez.
—Feliz aniversario, “mi vida”.


Amor por correspondencia

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Carrito de compra