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CONVERSACIONES CON DARIA

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LA INVENCIÓN DE LOS VIRUS

Era una tarde demasiado tranquila como para no sospechar. Afuera, el cielo tenía ese tono cremoso y artificial que ya me estaba empezando a poner nervioso, y adentro, el silencio era tan denso que podía escucharse a sí mismo. Daria estaba sentada al revés en la silla, con los codos apoyados en el respaldo y un microscopio viejo que usaba de pisapapeles como si lo estuviera estudiando con desdén.

—Daria —dije, rompiendo la paz como quien quiebra una cápsula de Petri—, ¿alguna vez te preguntaste si los virus existen realmente?

—¿Solo alguna vez? —me dijo sin mirar—. Me lo pregunto cada vez que alguien me habla de un virus “aislado” con una técnica de cultivo celular que destruye la célula en el proceso. ¿Eso no es como probar que algo existe demoliendo lo único que podías observar?

—Pero nos han dicho que los virus son partículas microscópicas, con su material genético, cápside, y que atacan células como diminutos saboteadores biológicos.

—Sí, nos han dicho muchas cosas. Como que la fiebre es un enemigo. Como que la manteca mata. Como que la Tierra gira a 30 km por segundo pero no lo sentimos. ¿Querés que empecemos con lo que se sabe y lo que se “cree” sobre los virus?

Asentí con un nudo en el estómago.

—Primero —dijo—: nunca, jamás, se ha aislado un virus directamente del cuerpo de un enfermo, sin mezclarlo con otras sustancias, sin cultivo celular, sin usar líneas celulares cancerosas o sueros bovinos contaminados. Lo que se llama “aislamiento viral” es una construcción. No toman una muestra de sangre, la centrifugan y sacan el virus puro para verlo. Lo que hacen es mezclarla con un cultivo, esperar que mueran las células y decir que el “efecto citopático” es prueba de un virus.

—¿Y las fotos de microscopio electrónico?

—Las mismas estructuras que llaman virus también pueden ser vesículas extracelulares, exosomas, restos celulares. No hay una marca de agua que diga “¡soy un virus!”. Y cuando dicen que secuencian el genoma de un virus, no es que lo sacan como quien encuentra un papiro intacto: hacen millones de piezas y las ensamblan por software, como si un rompecabezas que nadie vio armado fuese considerado “real”.

—Entonces, ¿qué son las enfermedades virales?

—Buena pregunta. ¿Por qué no te preguntás por qué los síntomas del sarampión, la gripe o el dengue coinciden con intoxicaciones específicas, ciclos estacionales, déficits nutricionales o incluso factores emocionales? La “causalidad viral” fue una manera de simplificar lo complejo, y sobre todo, de permitir intervenciones sanitarias masivas sin demasiadas preguntas.

—¿Y por qué tanta insistencia en la narrativa viral?

—Porque una causa invisible, que puede infectarte sin aviso, justifica control, miedo, vacunas obligatorias y productos farmacéuticos preventivos. Es la narrativa perfecta: inobservable, ubicua, y peligrosamente impredecible. ¿Te acordás lo que dijo Peter Duesberg, uno de los virólogos más reconocidos? Que el VIH no causa el SIDA. Lo silenciaron por eso. Y no era un loquito con un blog: era parte del mainstream académico.

—¿Entonces no hay virus?

—No hay pruebas empíricas contundentes de su existencia como entidades patógenas independientes. Lo que hay son descripciones, modelos, softwares de reconstrucción genómica, fotografías de estructuras que pueden interpretarse de múltiples formas. No es que uno “cree o no cree” en los virus. Es que no están cumpliendo con el método científico básico: observación directa, replicabilidad, causalidad demostrada.

—¿Y por qué el mundo científico no lo admite?

—Porque es una industria. Hay carreras, premios Nobel, universidades, contratos farmacéuticos, estructuras completas montadas sobre ese paradigma. Desarmarlo sería como admitir que la medicina ha estado combatiendo fantasmas con lanzallamas.

Me quedé en silencio. Afuera seguía el mismo cielo estático, como pintado con espray. Daria se levantó, tiró el microscopio sobre el sillón como quien se saca un collar molesto y se fue a preparar un café.

—Lo real no necesita marketing, Henry. Pero lo inventado sí —me dijo desde la cocina.

***

Referencias que vale la pena consultar:

Lanka, Stefan. “The Misconception called Virus.” (Biológo alemán que desafió la existencia viral).

Kaufman, Andrew. Diversos papers y presentaciones que exponen la confusión entre exosomas y virus.

Duesberg, Peter. Inventing the AIDS Virus. Regnery Publishing, 1996.

Thomas Cowan, M.D. The Contagion Myth, junto a Sally Fallon Morell.

The Perth Group (Valendar Turner, Eleni Papadopulos-Eleopulos): Críticas detalladas a la teoría del VIH como virus causal del SIDA.

John Rappoport (periodista de investigación, autor de AIDS Inc.).


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