EL CANDIDATO revela el diálogo que se produce entre un líder cuestionable de un partido político y su asistente de pocas luces
El Candidato refleja otra genial interpretación en las voces de Daniel Lemes y Adrián Szklar sobre guion de Henry Drae
—Permiso…
—Adelante, Morales, siéntese, por favor.
—Sí, señor, para lo que necesite.
—Mire, la verdad tenía urgencia por hablar con usted…
—Sí, yo también, le juro que iba a venir a decírselo
—¿Qué cosa?
—Lo de las galletitas que le comí al Cholo en su oficina, es que me quedé encerrado y no tenía cómo salir, y fueron varias horas hasta que vino alguien y… en fin, ya le dije que le iba a comprar otro paquete.
—No sé de qué me está hablando.
—Del Cholo, de las galletitas, del paquete.
—No, hombre, olvídese de eso, es una zoncera.
—Ja, como si no lo conociera al Cholo, es muy celoso con sus pertenencias. Aunque sean galletitas.
—Bueno, está bien, ¿podemos cambiar de tema? No era por eso que le pedí que viniera.
—Está bien, pero si él dice algo…
—Sí, sí, fue sin querer, ya entendí. ¿Me puede escuchar un poco ahora?
—Si, claro, no sabe el alivio que me da el habérselo dicho.
—Muy bien, justamente por esa honestidad que lo caracteriza es que quería hablar con usted. ¿Hace cuanto que forma parte de esta agrupación?
—Ufff, mi padre me afilió al partido cuando recién naci. Al partido y al club Deportivo Santos Ligamentos. El club todavía nos sigue dando alegrías, ya no descendemos más, porque nos quedamos en la última categoría. Y el partido… bueno ya no me acuerdo bien qué nombre tenía antes, porque cambió tantas veces.
—Pero supongo que ahora será consciente de estamos en la sede central del Partido Libertario de Izquierda por los derechos Nacionalistas.
—Si, como para no tenerlo claro, hombre. Con la cantidad de eventos y concentraciones que hacemos por semana. Lo bueno es que nunca desentonamos aunque haya otro grupo en el lugar de concentración, jamás caemos mal parados.
—Bueno, de eso se trata, Morales, estamos tratando de posicionarnos de cara a las próximas elecciones.
—¿Usted dice cambiar de sede? No me haga eso, mire que yo sigo aquí porque me queda cerca de casa.
—Voy a hacer de cuenta que no escuché eso, sobre todo porque me hace dudar de sus convicciones y con lo que le voy a proponer…
—No si yo estoy convencido, pero si me dieran dos boletos por día me ayudaría mucho, en caso de mudanza.
—Bueno, vaya poniéndose más ambicioso, porque en la última reunión de referentes del partido, hemos decidido algo.
—Ya sé, El Cholo quiere que pongamos todos para las galletitas, yo sabía que no la iba a dejar pasar.
—¿Quiere dejarse de embromar con las galletitas del Cholo? Me está haciendo dudar de lo que voy a proponerle, una vez más.
—Disculpe, siga nomás.
—Queremos que usted sea el candidato a presidente que nos represente en las próximas elecciones.
—¿Usted dice a presidente del depósito de reservas? Será un honor, pero no sé si estoy preparado. Cada tanto me quedo sin yerba en casa y me olvido de comprar desodorante de ambientes… Es mucha responsabilidad. Y encima vio lo que le decía de las galletitas…
—Me lo vuelve a nombrar al Cholo y le quito la membresía.
—Perdón, perdón. Pero le decía que no sé si estoy preparado.
—Para presidente DEL PAÍS, lo queremos Morales, ¿qué me habla del cuartito de las reservas?
—¿Del país? ¿De qué país?
—Y de dónde le parece? ¿Usted es originario de Mozambique?
—Mmmm, no, ¿es un requisito?
—¿Sabe que no sé si esta es la mejor idea? Me dijeron que a usted lo podríamos manejar fácil y llevar al éxito seguro si fuese el candidato. Tiene una reputación intachable, básicamente porque no hay nada, ni siquiera para tachar. Pero la verdad es que suena todo tan hueco…
—Me está dando miedo, ¿me habla en serio?
—Por supuesto, Morales, le tenemos temor a la campaña sucia. Y lamentablemente todos aquí tenemos un pasado difícil de “lavar”, no sé si me entiende.
—Más que entenderlo le creo, porque las camisas que usa están impecables, mire si le van a faltar lavados.
—Claro, Morales, pero vio que la gente es mala y comenta. Y nuestros enemigos en la prensa son muchos. Los fondos no nos alcanzan para taparles la boca. Ni siquiera con nuestra flexibilidad ideológica podemos evitar que nos critiquen. Solo nos queda mostrar honestidad e inocencia. Algo de lo que usted hace gala permanentemente.
—Bueno, gracias, pero temo no estar a la altura en inteligencia para ser el candidato.
—No, por supuesto que no está a la altura, pero tampoco es un requisito imprescindible, ¿o quiere que le nombre a nuestros últimos veinte presidentes?
—No, deje, no me quiero amargar. Entonces, ¿qué tendría que hacer?¿Puedo pensarlo un poco?
—Sí, claro, tiene como cinco minutos enteros.
—Caramba, es un poco escaso ese tiempo. ¿Y si digo que no?
—Está en su derecho. Igual pensamos en algo para estimularlo por si surgía esa posibilidad.
—Me siento halagado, ¿en qué pensaron?
—Y, por ejemplo, en acusarlo de esa vez que estuvo en la comisión directiva del club de sus amores y uno de los socios se fue con la recaudación de las camisetas. O revelar que su madre no solo juega a la quiniela clandestina sino que es capitalista de juego. También pensamos en su primo, el sacerdote de Cáritas, al que le podemos endilgar algunos casos de pedofilia.
—Pero, ¡eso es todo mentira! ¡Yo no sería capaz de algo así, ni mi familia tampoco!
—Claro, por eso mismo queremos que sea el candidato. Le doy otro ejemplo, ¿usted confía en mí?
—Por supuesto, ¿qué me dice?
—Bueno, entonces firme aquí, en la línea de puntos.
—¿Qué es?
—Un permiso para usar los fondos de la caja chica para viandas de secretaría. No es nada, pero usted es el tesorero.
—¿Desde cuándo?
—Desde ahora.
—Bueno (firma) Ya está.
—¿Lo ve? A partir de ahora también es nuestro candidato oficial a presidente. Usted pone la cara y nosotros lo guiamos a la victoria.
—Pero… me acaba de engañar como a un chico. Yo no sería capaz.
—Por supuesto, Morales, ¿se da cuenta, ahora? Somos el equipo perfecto.
—Qué barbaridad, y a todo esto, ¿el Cholo estuvo de acuerdo?
—Pero claro, hombre, si él fue el de la idea de encerrarlo con las galletitas.
—Ah, no, ¡esa no se la voy a perdonar!
Henry Drae
de la antología de humor “Nunca es suficiente queso”