Está comprobado
Según recientes estudios de una ignota universidad con un nombre pretencioso, está comprobado que por más que le digas “chongo” o “minita” a quien comparta tu intimidad, no garantiza que no termines con el corazón roto.
También el mismo estudio dice que es muy probable que alguien que te dice cada dos minutos que te ama, puede que esté exagerando, y que tal vez lo sientas más con un gesto o una mirada, que en esas dos palabras repetidas como al pasar.
Está comprobado, por otra parte, que si preguntás en una red “‘¿qué les pasa a los tipos?”, o “¿qué onda con las minas?, porque te cuesta encontrar una pareja con la que intercambiar dos palabras seguidas, algo estés haciendo mal.
Al menos, deberías planteártelo como posibilidad. Nada bueno surge de las generalizaciones, y cuando se cae en ellas, es porque nos olvidamos de nuestra propia particularidad, porque de alguna manera nos debemos justificar.
Los especialistas dicen que eso a lo que llaman “miedo al compromiso”, de miedo no tiene demasiado, y es más una forma de esquivar imposiciones y tener que pensar en respuestas a preguntas incómodas.
Porque a las relaciones humanas no se las puede rotular como para que causen menos dolor, ni poner en un frasco para que duren para siempre.
Tal vez te haga falta recordarte que tu chongo o minita es apenas un ser humano de cuyos sentimientos no debe importarte nada, porque así lo dicen las reglas de quienes cayeron rendidos ante los pies de los primeros a los que decidieron llamar de esa manera.
O quizás debas abrir cada tanto ese frasco hermético y dejar que esa relación estable que tenés, a la que identificás hasta con un anillo de compromiso, no es alguien a quien debas aprisionar, sino atesorar.
Y los tesoros brillan al sol, nunca entre sombras.
Pero, por suerte, ahora ya sabés que está comprobado.
Podés respirar, tomar aire y disfrutar de esas relaciones a las que alguien antes dijo que debías etiquetar, sin necesidad de hacerlo. No sólo no es necesario, sino que suele provocar más daño que seguridades emocionales.
Obviamente, existen recomendaciones.
Sin importar lo que sientas, cuando te embarcás a sentir algo por alguien, o cuando decidas que te gusta lo suficiente como para compartir roces de pieles, sólo tendrás que respetarlo. Dejar egoísmos de lado, pensar en que el disfrute debe ser mutuo, o mejor que no sea nada. Porque para auto satisfacerse, siempre basta con uno mismo, por definición, ¿qué sentido tiene usar a alguien que siente y respira como vos con ese fin?
Salvo que te parezca que el denigrar ese vínculo signifique ser adulto, aunque en realidad, se trate de lo contrario.
Amá sin miedo, nadie te asegura que no pueda llegar a doler en la experiencia. Pero nunca nada será tan terrible como llegar a tener un corazón petrificado.
Está comprobado.