No era el momento

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Henry Drae – de la antología “Líneas Huérfanas”

Ni hubo lágrimas. Solo sueños disolviéndose con cada segundo que pasaba desde la aceptación.
No siempre, ni tan a menudo, las cosas se dan como se proyectan, y eso forma parte del riesgo de jugar a vivir. A veces se gana, a veces no, y otras, simplemente el juego queda sin concluir.

Cuando no es el momento ni siquiera valen las excusas, son trenes que se rozan yendo por vías distintas, y que se van bifurcando tan de a poco que parece que se acompañaran.
Hasta que no se ven más.

Puede doler un poco, pero es más parecido a observar una cicatriz, todavía enrojecida, apenas molesta, pero indeleble y testigo de algo que fue apenas un rasguño que dejó marca.

No era el momento, y nadie tuvo que decirlo. Solo pasó lo que debía y el ambiente se pobló de ausencias. No hubo reproches ni pedidos de disculpas. Alguna sonrisa amarga, algún “hasta pronto” quizás implícito, tal vez sin pronunciar.

Otros momentos llegarán, con otros rostros y otras voces. O con los mismos pero con las diferencias marcadas por el paso del tiempo. Con más experiencia, con más sabiduría. Con menos dolor.
Y quizás con las mismas ganas de tener esa pasión perdida, aquella que no se dio cuando no era el momento.

Aunque tampoco será la misma pasión.
Ni el mismo amor.


No era el momento

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