Antología de relatos breves de Henry Drae.
Sinopsis
Esta antología está destinada -y dedicada- a aquellos que, en determinado momento de su vida, han sido testigos de cómo su corazón se desintegraba. Si no es su caso, ya puede ir dejando el libro en el estante, gracias. No se ofenda, pero es que los que padecimos de este síndrome, por costumbre andamos deambulando desesperados en busca de algo que nos entienda y nos represente con la mayor fidelidad lo que sentimos.
Eso tan intangible que no se puede poner en palabras, pero que tiene aproximaciones que a veces logran ser apenas descriptivas. Pues bien, Colores que nunca combinan va por ese camino sinuoso y ríspido de los dolores que provoca el amor.
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Prólogo
Los textos que componen esta antología llevan quince años madurando desde que publiqué el primero. “Las arenas tienen memoria” data de algún día del año 2006 y fue un punto de inflexión en mi forma de escribir. Hasta ese momento, podría decirse que solo exploraba la manera de construir historias con base en mi imaginación, aunque rara vez las ligaba a mis emociones y sentimientos.
Pero a partir de allí, supe que si no comenzaba a dejar que el corazón guiase mi mano estaría creando una obra que quizás fuese entretenida, pero carente de alma.
Cada relato o intento de poesía que encontrarás en estas páginas se corresponde con un momento de profunda emoción en mi vida. No siempre vivido en primera persona, ni tan literal, ni traducido en golpes de efecto, sino transmitiendo sensaciones que surgieron antes de que se convirtieran en una idea que pudiese plasmar al papel.
No hay géneros que predominen. Encontrarás momentos salpicados de horror, fantasía, cotidianeidad, drama, algunas chispas de humor e historias que quizás te mantengan en suspenso. Lo que no falta es el amor como eje y motor de todo. Ese factor es quizás la única razón por la que me decidí a convertir estas letras sueltas que recorren las redes en un libro, como para que quien así lo desee y pase a necesitarlo, las atesore y haga propias.
Hace mucho tiempo, cuando recién comenzaba a jugar con las palabras y a visualizarme como escritor, me inquietaba la idea de la manera en la que interpretaría mi obra un lector con quien no tuviese contacto directo. Siempre le temí a la condescendencia, o al simple hecho de que me lean solo por una cuestión de cercanía o aprecio personal. Pero luego llegó Internet, y las redes me dieron el feedback que necesitaba.
Comencé a intercambiar opiniones y a responder preguntas de gente que me leía sin tener idea de mi existencia previa y eso me alentó y completó mi ciclo como “acomodador de palabras”, algo que me define mejor que el título tan genérico de escritor.
Pude haberme quedado con eso; de hecho, pasaron muchos años hasta que me decidí a publicar en este formato y, por fin, a concretar aquí Colores que nunca combinan.
Ahora les toca a ustedes, mi deseo es que disfruten de cada párrafo al máximo y que, de alguna manera, sientan algo similar a lo que pasó por mí al construirlos.
Pero no deja de ser eso, solo un deseo que manifiesto como si fuese una advertencia de lo que espero de mis lectores.
¿Dije advertencia? ¡Qué atrevimiento! Mejor hagan el uso que crean conveniente de este ejemplar, y si en algún momento coincidimos, quizás me cuenten que terminó ardiendo en una salamandra. Y entonces me verán sonreír, porque nada hay más vivo y lleno de pasión que el fuego. Merecido homenaje.
Henry Drae
(autor)
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